domingo, 6 de noviembre de 2011
NI SI NI NO, SINO TODO LO CONTRARIO
Se lo oí con frecuencia a mi padre. De vez en cuando, ante alguna pregunta, nos sorprendía con esta retahíla de síes y noes y desconcierto posterior. No siempre lo aceptábamos de buen grado y me recuerdo preguntando de nuevo, ¿pero es sí o es no?... eso no es una respuesta.
Me ha costado muchos años (más vale tarde que nunca) entender el mensaje profundo escondido tras este semi-juego de palabras: todo es relativo, no existe una verdad total, sino que todo puede ser blanco o negro o los matices intermedios. Y ahora que siento necesidad de que las cosas sean fijas y constantes, que todo esté claro y que las personas sean predecibles, comprendo que lo único que hay es la realidad de un mundo en que nada es absoluto. Y he tenido que re-aprender a vivir con la incertidumbre, con esa misma incertidumbre que me provocaban las palabras de mi padre.
Ahora entiendo que ni es que sí ni es que no, que no existe esa seguridad que justo ahora me vendría de perlas. Pero quizá sea mejor así… por lo menos seguro que es más emocionante.
sábado, 22 de octubre de 2011
A VECES QUIERO SER SHELDON COOPER
Confieso que a veces quiero ser un Sheldon Cooper -uno de los protagonistas de la serie Big Bang Theory- y sentir que el mundo gira a mi alrededor y pasar totalmente de las opiniones e intereses de los demás, trasladarme a una segunda dimensión invisible para los que habitan en esta y vivir mi vida al margen de compromisos, trabajos remunerados y relaciones sociales complejas. A veces quisiera que todo se ajuste a mi horario y conveniencia, dar la vuelta a cualquier argumento para llevar salir siempre triunfante y disfrutar de mi complejo de superioridad. (“Me había olvidado que las personas normales tienen límites”).
Y a pesar de todo, tiene un amigo incondicional que está a su lado en todo momento soportando sus memeces y meteduras de pata y unos amígos-satélite que orbitan alrededor de su amistad con Leonard. A veces me pregunto qué hace que ese grupo se mantenga unido. Creo que es la capacidad de aceptar a cada uno tal como es, creyéndose un hijo de los dioses o simplemente un hindú tímido hasta el exceso.
Y entonces me entran ganas de volver a la tierra y a las frágiles pero apasionantes relaciones humanas sanas; a mi realidad de normalidad (ni mucho ni poco sino todo lo contrario) y a mi vida diaria en que sólo soy el centro de algún universo pequeñajo de vez en cuando y la mayoría del tiempo, parte (espero y creo que importante) del universo de los demás.
Porque prefiero ser como soy a no tener alma para vivir en el mismo mundo que los demás.
martes, 23 de agosto de 2011
ECHAR LA VISTA ATRAS
No es justo juzgar el pasado desde los ojos del presente.
La sabiduría o ignorancia que he acumulado hacen que las cosas no sean igual ahora que cuando pasamos por ellas. Pero, aun así, seguimos empeñados en echar la vista atrás y lamentar las cosas que no hicimos, los errores que cometimos… ahora que ya sabemos el resultado.
Si en su momento hubiéramos sabido que nos iba a salir rana no hubiéramos lanzado la red. “Si yo hubiera…” “si nunca…”… son lamentaciones que no llevan a ningún sitio salvo a castigarnos a nosotros mismos, porque el pasado lo he de revisar con el conocimiento que tenía en ese momento. No vale hacer trampa. Lo que hice era lo que creía que tenía que hacer o lo que podía hacer dadas las circunstancias de ese tiempo.
La única equivocación de la que me puedo lamentar es no haber sido responsable, consciente y coherente con lo que hice en su momento. Por eso el gran aprendizaje es aumentar mi responsabilidad: lo que hago, lo hago de forma auténtica y sabiendo a qué me compromete. Es la forma de no lamentarme porque me ha pillado el toro cuando en su momento decidí entrar en el ruedo.
martes, 26 de julio de 2011
ALMENDRAS ROTAS
Almendras rotas
Recuerdo cuando era pequeño y nos mandaban partir almendras. El trato era que cuando una se rompía, nos la podíamos comer. No queda bien una almendra rota. Confieso que, de vez en cuando, mis hermanos y yo dábamos un golpe más fuerte de lo normal para que alguna almendra, aleatoriamente, quedará sin pasar el control de calidad…. nos la pudiéramos comer tranquilamente, casi sin remordimientos, digo casi porque todos sabíamos cuando a alguien se le escapaba un martillazo.
El otro día me acordaba de esto y de esa sensación que no cesa de querer traer a mi terreno las cosas que pasan, de dar un golpe fuerte para que la almendra se parta más de la cuenta o, lo que es lo mismo, acomodar la realidad a mi deseo.
Es cierto. Muchas veces me gustaría que las cosas funcionaran igual que en esta tarea: si tengo ganas de comer un almendruco, basta un golpe para conseguirlo. Solucionado. A esperar una nueva rotura accidental o a provocarla. La solución no es compleja. En este caso sí puedo hacer que la realidad me sea favorable. Pero, para bien o para mal, esto no es lo habitual en la vida. No hay forma de acomodar la realidad a lo que deseamos y las cosas suceden queramos o no. Y no hay remedio muchas veces, porque no tenemos el control sobre todo lo que nos sucede ni tenemos la obligación de tenerlo. Ojalá en momentos de mi vida en que las cosas no van como yo quiero tuviera la misma facilidad para transformar las cosas: problemas, relaciones, acontecimientos… que no puedo transformar a mi favor.
Creo que debo aprender a vivir con las almendras que se rompan por sí mismas, con las cosas que me presenta la vida. Me apetezca o no… esto es lo que hay. No estamos tan lejos de aceptar lo que no podemos cambiar, ¿verdad? Pero no aceptar sin remedio, sino intentando aprender de cada cosa que sucede lo que justo en ese momento me quiere transmitir.
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jueves, 10 de marzo de 2011
HE DECIDIDO
HE DECIDIDO…
He decidido vivir el momento, disfrutar el presente, prever sin sufrir, preparar sin que sea determinante, mirar hacia adelante sólo lo necesario para no errar demasiado mis pasos, pero disfrutar el día a día, el momento, el instante, sacar todo el jugo al presente. Que nadie sabe lo que va a ocurrir mañana. Y lo único con lo que contamos es lo que tenemos ahora mismo. Muchas veces me he sorprendido descubriendo rumbos que no conocía y aceptando novedosos imprevistos que me han enriquecido. Bienvenido lo que venga; bienhallado lo que hay ahora mismo.
jueves, 24 de febrero de 2011
LA ESTRATEGIA DE YAVHE
La estrategia de Yavhé
Dios le dijo: «Yo soy el que soy (Yahvé)» (Ex 3,13-14)
Y siempre he pensado que Moisés se quedó como estaba. Pocas pistas le dio y no sé si alguna útil para su tarea. Me imagino a Moisés ante su pueblo: “el que es me pide que venga a rescataros…”, sí, pero quién es el que es… Confieso que a mí me cuesta entenderlo y que durante mucho tiempo me resultaba, por lo menos, intrigante. Pero si dejo mi desconcierto inicial me doy cuenta de que esta expresión encierra una riqueza que a nosotros nos puede ayudar.
Porque, ¿qué significa definirse precisamente por lo que eres? Nosotros tendemos muchas veces a definirnos más por lo que hacemos, por lo que tenemos, por lo que los demás dicen de nosotros. ¿Te atreves a afirmar con firmeza soy el que soy? A mí me da un poco de reparo, la verdad.
¿Tengo conciencia real de lo que soy? ¿Soy capaz de presentarme ante los demás tal como soy realmente, sin todos los adornos con que me suelo camuflar? ¿Sé lo que soy? ¿Sé quien soy? ¿Me atrevo a decir que soy el que soy, que no hay vuelta de hoja, que soy tal como me presento?
Ser uno mismo; ser como uno es; ser lo que uno es. ¿Es un ideal o algo que podemos lograr? Claro que si soy el que soy…
… no soy lo que tú piensas que soy ni lo que crees que debo ser, con lo cual debo despegarme de tu visión y deseos sobre mí para afirmarme en mi identidad; y no siempre me será fácil hacerlo, porque algo dentro de mí quiere complacer a los otros y ser lo que ellos quieren que sea; en los niños se nota mucho… en los mayores, se deja entrever;
… no soy el que quisiera ser, sino el que soy; y mis fantasías sobre mí mismo convertido en príncipe azul tienen que desvanecerse para aceptar la realidad que vivo, lo que hay;
… no soy el que actúa de una determinada forma; mis acciones dejan traslucir quien soy, pero mi esencia es diferente, profunda, íntima. Porque me puedo distanciar de mis acciones y afirmar mi identidad. Yo soy… y me comporto… Mi integridad y grandeza como ser humano está precisamente en este distanciamiento.
¿Soy el que soy?